Lima, la ciudad con todas las sangres

Lima, la ciudad con todas las sangres

La capital peruana merece una detenida parada porque en ella se concentran todas las formas de entender la vida que conviven en el país

Caótica, extrema, intensa y voluptuosa, Lima es la puerta de entrada a Perú, especialmente para quien llega por vía aérea. Pero su interés para el viajero parece terminar ahí. Los operadores turísticos no suelen conceder demasiada importancia a la capital, ni a nada de ese país que tenga menos de quinientos años. En las agencias de viaje europeas, Machu Picchu monopoliza el casillero dedicado a Perú. Y quienes buscan más prefieren explorar la exótica selva amazónica. Lima es sólo un umbral, un incómodo trámite previo al verdadero descubrimiento.
Y sin embargo, en Lima confluyen-o se estrellan- todas las culturas que integran este país de contrastes. La capital alberga a millones de inmigrantes andinos y un barrio chino; centros de culto milenarios y la arquitectura colonial española más imponente de Sudamérica; cafés enclavados en precipicios frente al mar y restaurantes de fusión criollo-japonesa… En suma, un universo en el que pasado y presente forma un paisaje cultural y humano de inusitada diversidad. Los cinco destinos que propongo a continuación rastrean las fuentes de ese paisaje. El complejo rompecabezas que forman está hecho con materiales que se hallan diseminados por todo el país. Salir de Lima y continuar el viaje por el territorio peruano es enfrentarse a las piezas por separado, como quien degusta los ingredientes de un plato exótico, inesperado y, sin duda, muy picante.

Ecos de África. Durante la colonia, la mayor parte de los trabajadores eran indios. Hacían falta pocos esclavos negros y los que llegaban no eran de la mismaetnia. Congos y mandingas, caravelíes y mozambiques, angolas y yorubas iban a parar a la costa peruana sin compartir entre ellos lengua ni cultura. En esas condiciones, tuvieron que inventarse un lenguaje común con lo que tenían a mano, por primitivo que fuese. Hasta hoy, los principales instrumentos de percusión negra son un cajón y la quijada del esqueleto de un burro. En el pequeño poblado de Chincha, al sur del departamento de Lima, aún viven los descendientes de los esclavos que cultivaban algodón en las haciendas de la costa sur. Los negros eran tan pocos que resultaban fáciles de vigilar. Las fiestas de sus barracas debían ser discretas para no llamar la atención de sus dueños. Por eso, la música negra peruana es menos bulliciosa que la cubana o la brasileña. Muchos de sus bailes se realizan con las manos y los pies juntos, como si aún tuviesen los grilletes. Pero menos bulliciosa no significa menos traviesa. En uno de los bailes negros más populares. el hombre trata de encender una vela que cuelga del trasero de la chica. Pero lo hace calladito, a hurtadillas, para no despertar al patrón.

Catolicismo. El 13 de noviembre de 1655, un terremoto asoló la ciudad. La mayoría de viviendas se vino abajo. Pero en el barrio de Pachacamilla un frágil muro de adobe quedó intacto entre los escombros. sin una grieta siquiera. En la superficie del muro habla una imagen de Cristo crucificado. un retrato tosco e imperfecto pintado por un esclavo negro. La población le atribuyó poderes divinos y lo llamó Señor de los Milagros. Espontáneamente se formó un culto popular que las autoridades no aprobaban. Pero cada vez que el virrey contrataba a un obrero para borrar la imagen del muro, algo ocurría. Hasta tres operarios abandonaron el lugar, presos de misteriosos ataques de pánico.
Hoy. el muro sale en andas cada mes de octubre, en una procesión de devotos vestidos de morado, color oficial del Señor de los Milagros. El equipo de fútbol Alianza Lima vuelve de ese color las franjas azules de su camiseta. Durante todo el mes se venden los tradicionales turrones de Doña Pepa y se sigue la temporada de toros. Y, sobre todo, queda abierta la posibilidad de pedir un milagrito.

Arquitectura del cotilleo. El casco antiguo de Lima está poblado de hermosos balcones que alcanzan casi el tamaño de una habitación. Sus complejos motivos moriscos, estampados de encajes y arabescos, no se repiten en ninguna otra ciudad colonial. Históricamente, el objetivo de ese diseño único era optimizar el despliegue de hipocresía.
En efecto, durante los siglos XVI y XVII, las viejas damas de sociedad se pasaban el dia en esos balcones asomadas a la vida de los demás. Las galerías cerradas les permitían mirar sin ser descubiertas.


Las Numerosas Fiestas que se celebran en Perú (casi cada semana hay una en algún lugar del país) recogen la mezcla de culturas que lo caracterizan. Ritos paganos y liturgia católica se suman en la mayoría de ellas. En la imagen, fiesta de la Virgen del Carmen en PaucartamboDeganies atalayas observaban a la gente que asitia a la misa de la catedral; comentaban los vestidos de los nobles que paseaban por la plaza Mayor; se fijaban en quién entraba y salía de los edificios del gobierno, y a quién llevaba del brazo. Las galerías también podían abrirse ligeramente si la señora estaba sola y necesitaba hacérselo saber al amante de turno. Hoy, la gente ha cambiado poco. Pero los balcones se han vuelto más caros.

Cultura culinaria del desastre. Lima es uno de los mejores sitios del mundo para comer. Los peruanos concentramos en la comida todo nuestro ego. La política siempre es un desastre y llevamos 25 años sin jugar un Mundial de fútbol. Necesitamos un lugar para exhibir toda esa pedantería nacional reprimida. Ese lugar es la mesa.
Paradójicamente, la cocina peruana es un producto de las desgracias nacionales. Para empezar, la pobreza. Durante la colonia, los indios se veían obligados a improvisar algo de comer con las sobras de sus patrones. Eso produjo un arte culinario muy sofisticado: ni un solo plato de la cocina peruana incluye un filete de carne. De hecho, la esencia del plato a menudo es la salsa -que puede incluir pollo deshilachado, picante. queso y nuez-puesta sobre unas patatas cocidas.
A fines del siglo XIX, Perú decretó la abolición de la esclavitud. Los ricos hacendados de la costa acep-taron liberar a los negros con una condición: esclavizar a los chinos. Miles de culies desembarcaron para trabajar en las haciendas del sur. Más adelante llegaron los italianos que huían de Benito Mussolini y los japoneses que escapaban de la posguerra. El resultado de todo eso está en la carta de cualquier restaurante: mondonguito a la italiana, cebiche -una especie de sashimi con boniato y picante-, lomo saltado – fajitas de carne al wok con verduras y salsa de soja-… En vez de inmigrantes, hoy el país recibe turistas gastronómicos: chilenos y colombianos llegan un viernes por la noche, comen todo lo que pueden y regresan a su país el domingo.

Noches de neón. Los turistas suelen vivir exiliados en Miraflores y Barranco. Los operadores turísticos les aconsejan que no pongan un pie fuera de esos barrios y les amenazan con las peores calamidades. Pero el barrio más caliente es Comas. Y no figura en el plano de ninguna agencia.
Hace cincuenta años Comas era un cerro pelado. Hoy, el barrio es reconocible por las extravagantes pollerías con luces de neón. Y por los tres pisos de la discoteca Calle 8. Los «lunes de ambiente», Calle 8 celebra su noche gay, que en realidad es una noche plurisexual. Los anfitriones son drag queens de piel cobriza que circulan entre adolescentes a la caza de su primer beso y parejas de funcionarios en noche de farra. La avenida Tupac Amaru, donde está la discoteca, fue bautizada en honor al cacique inca rebelde descuartizado por los españoles en el siglo XVIII. Algunas drag queens van vestidas como él, pero en traje de luces.
La otra gran disco se llama Kapital. y los sábados reúne a 3.000 personas. En cada rincón hay escenarios con grupos de bailarines practicando una especie de break dance que recicla pasos de todos los estilos, desde Michael Jackson hasta la cumbia, Los bailarines son una alegoría de lo que significa el barrio. En una sociedad con grandes abismos entre las clases sociales. Comas es el único lugar donde a nadie le importa de qué color eres, cuánto ganas ni con quién te acuestas.
Comas es un barrio de inmigración andina. Quienes han vivido aquí durante medio siglo son el rostro moderno de los antiguos dueños del Valle Sagrado. Pero la fusión de culturas está presente en cada rincón de Perú. En Cuzco, la arquitectura criolla y los símbolos católicos se fusionan con las murallas de piedra del Imperio inca. Y la piel de casi cualquier peruano refleja la mezcla de razas y culturas que forja lo que el escritor José María Ar-guedas llamaba el país de «todas las sangres». Pero Lima es el lugar donde todas están juntas y revueltas, casi una encima de otra. Sólo después de bailar aquí y de recorrer la historia de la ciudad con los ojos y el paladar, estaremos preparados para el descubrimiento de este caleidoscópico país.


La herencia africana es uno de los aspectos menos conocidos de la realidad peruana. En la población de Chincha es donde mejor se ve cómo los afroperuanos han empapado de ritmo y color el folclore de Perú.

  • AUTOR Santiago Koncagnoto es novelista, boore Perú ha publicado las novelas Abril rojo (Premio Alfaguara 2006) y El principe de los caimanes. Su nueva novela. Memorias de una dama, es una historia de viajes por varios países americanos y europeos a través del siglo XX.
    «Siempre he pensado que Perú no es uno sino muchos paises que viven juntos en siglos distintos. Lima es un buen lugar para apreciarla».

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